lunes, 14 de diciembre de 2009

El hombre lobo español


Naschy, en el papel del hombre lobo, el que marcó su vida desde la infancia. :: IDEAL
Estudió Arquitectura, escribió novelas del Oeste y fue campeón nacional de halterofilia, pero pasará a la historia como actor-licántropo
02.12.09 - 02:23 - IDEAL MADRID.
La muerte de Paul Naschy deja al género cinematográfico de terror huérfano de uno de sus más prolíficos actores y directores. Actor en más de 100 películas y series de televisión, guionista de 39 cintas y director de otras 14, se puso 12 veces en la piel del hombre lobo, pero sin dejar de lado a Drácula, Mr. Hyde y el Fantasma de la ópera.
Paul Naschy, madrileño, se llamaba en realidad Jacinto Molina Álvarez y le apodaron el 'Boris Karloff español', aunque le costó décadas lograr el reconocimiento en su país. Hasta 2001 no recibió la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, mientras en el extranjero sus seguidores ya eran legión. El cineasta, máximo creador español de cine fantástico y de terror, quedó fascinado de por vida cuando de niño vio la película 'Frankenstein y el hombre lobo'.
Estudió Arquitectura, fue diseñador de cubiertas discográficas, dibujante de cómic, escritor de novelas del Oeste y siete veces campeón de España de halterofilia, pero el cine le atrapó cuando intervino de 'extra' en largometrajes como 'Rey de reyes' (1961) y 'El último gladiador' (1964). Debutó como protagonista en 'La marca del hombre lobo' (1968), el personaje que marcó su vida.
Encarnó todo un plantel de vampiros, jorobados, demonios y zombis, pero también salió de plano para guionizar y dirigir. Pese a su dedicación devota al género fantástico, Naschy tuvo tiempo de tocar otros palos como la comedia, la acción y aventuras. Lo demuestran filmes como 'La batalla del porro' (1982) o 'Aquí huele a muerto' (1990). También probó el género documental después de pasar seis años en Japón. Realizó media docena de cintas sobre la cultura española, con títulos como 'El Museo del Prado' o 'Las cuevas de Altamira'. En los noventa, Naschy presidió el Círculo de Escritores Cinematográficos y mantuvo una frenética actividad hasta el último día de su vida, mientras le llovían los homenajes y distinciones en festivales como el de París, Oporto.
Cintas inéditas
El pasado mes de octubre terminó el rodaje de la película 'La herencia Waldemar', que se estrenará en enero con un presupuesto que ronda los veinte millones de euros. A su vez, su cinta 'Empusa' se encontraba en fase de posproducción. El cáncer de páncreas que ha logrado vencer al 'hombre lobo' no le restó energías y estaba previsto que, en las próximas semanas, comenzara a trabajar en 'El apóstol', un filme animado de Fernando Cortizo inspirado en 'La novia cadáver', de Tim Burton. Naschy iba a interpretar a un siniestro sacerdote. Hoy será enterrado en Burgos.
Kitch
02.12.09 - 02:45 - ENRIQUE PORTOCARRERO
No, a Paul Naschy no le gustaba nada que la crítica dijera que su cine era kitsch. Pero el caso es que su cine lo era. Y mucho. Si no, ¿cómo llamar a un cine fantástico, de licántropos y vampiros, en el que Perla Cristal o Mirta Miller hacían de víctimas eróticas en picardías y con destape al uso? Y, ¿cómo definir a un cine de aventuras con Nadiuska en taparrabos, dando la réplica patria a un Tarzán de los Monos? Sí, claro que sí. El cine de Paul Naschy era kitsch y casero, heroico pero sin profundidad técnica o discursiva, entretenido pero simple y hasta encomiable pero malo.
Además, el personaje tenía todos los ingredientes del esperpento surrealista y carpetovetónico. Más no sólo por la asunción fantástica de extranjerismos y nombres que sonaban a serie B americana, sino también por su origen castizo, por su sorprendente virtud para ser al mismo tiempo director, actor y guionista o, incluso, por su prolífica capacidad para hacer películas, incluyendo una obra sobre ETA y hasta un documental sobre el Museo del Prado.
Tenía sentido, sin embargo, que su cine y su personalidad se mitificaran, como derivada de una moda por el género y los subgéneros de terror, cuya valoración es acrítica y puramente nostálgica. Lo mismo que el cine de Ed Wood, cuya elevación al mito por Johnny Depp nunca respondió a criterios de calidad cinematográfica. Evidentemente, Paul Naschy no descubrió nada, ni tampoco anticipó el sesgo romántico de Drácula, algo que hizo a la perfección Coppola. Pero insisto, su cine era malo aunque heroico, divertido de puro casero, sin pretensiones y, por supuesto, sociológicamente kitsch, muy kitsch.

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